martes, 14 de septiembre de 2010

La introducción del yo


Está el sol hoy como arrugado por algo,
y hay nubes en oscilación, arriba, abajo.
Un aire viejo, lento, persigue torpe esas
primeras hojas caídas, sin alcanzarlas.
Los cantos de los pájaros sordos caen raudos
con una rara melancólica precisión metálica.
Este pleno vacío aún está más dentro,
más dentro todavía,
que el oxígeno enrarecido más hondo,
que busca ser renovado.
El paisaje comprende su función escénica,
y espera ser rellenado, completado.
En verdad faltan caracteres, personalidades,
humanitarios roces, voceríos, situaciones.
Aparece un gato que, azul,
asegura que no, que no está triste.

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