La gata mira por la ventana que,
entreabierta como por descuido,
portavocea un leve rumor acuático.
Es como de media mañana,
o tal vez una tarde de esas,
enteramente naranja de la china.
Los sonidos se vienen todos
para abajo, mas con naturalidad.
Humea una chimenea,
y unas aves cabecean con ritmo.
El cielo está bien plano,
homogéneo, añil, arenoso.
Huele a todas esas cosas
que te paralizan,
de puro hermosas.
Una ventana se cierra.
Un hipopótamo encuentra acomodo.
Ojalá no cesara nunca,
este agua, digo.
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