miércoles, 23 de junio de 2010

Hasta luego, Joaquín

EL “TINGLAO” DE LA EXPO
La Exposición Internacional de Zaragoza forma parte, como otros eventos similares (Expo de Sevilla, Fórum de Barcelona), de un modelo que, bajo una apariencia benefactora (“Agua y desarrollo sostenible”), oculta un enorme negocio privado con dinero público. Un modelo que, no por repetido, deja de ser eficaz. En un momento en el que la construcción de vivienda se está frenando, la obra pública llega al rescate de los constructores.
Grandes obras como la Expo o el AVE dan un respiro al negocio del ladrillo, a costa del dinero de los contribuyentes. Así, las administraciones públicas han destinado más de 1.700 millones de euros a obras Expo, de los cuales 870 han ido al recinto de la muestra. A estas cifras hay que añadir a la cuenta de la Expo varios cientos de millones más en gastos de gestión, explotación, promoción y salarios de una legión de ejecutivos, asesores y “expertos varios” contratados por Expoagua, la sociedad encargada de gestionar todo este “tinglado”, como lo llama su gerente, Roque Gistau.
¿Son éstas las inversiones que Zaragoza necesitaba ? ¿O son las que necesitan los constructores? Desde 2004 se han invertido en Zaragoza unos 2.336 millones de euros, 1.700 para la Expo y 636 para el resto de necesidades (escuelas, residencias, centros de salud…), a pesar de las cada día más patentes carencias de estos servicios. Y es que esta supuesta ‘lluvia de millones’ parece que sólo hubiera servido para recortar gastos sociales, aumentar impuestos y endeudar todavía más a la ciudad, hipotecando su futuro durante años. El propio concejal de Hacienda reconoce que se tardarán 30 años en pagar las deudas generadas por la Expo.
Después de la ‘Gran Fiesta del Agua’, la resaca La Expo se ha convertido en escaparate y excusa de algo más amplio : la transformación social y urbana de la Zaragoza del siglo XXI. Marcelino Iglesias, presidente del Gobierno de Aragón, habla del objetivo del “Aragón de los dos millones de habitantes en 2020”, lo que se traduce en la Zaragoza del millón de habitantes (casi el doble de los actuales). Mayor población, mayor mercado, mayor negocio ; la burguesía local no cabe en sí de gozo. Ahora bien, este aumento de población exigiría de inversiones en servicios públicos sanitarios, educativos, sociales… que nadie parece haber previsto.



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