Aparte de posibles celos, envidietas, y rencores acumulados, se trataba de una lucha por el poder. La modificación en la correlación social de fuerzas relacionada con los potenciales cambios económicos propiciados por las transformaciones agrícolas y comerciales vinculadas al Canal, fueron causa más que justificada para que los beneficiados por el statu quo vigente plantaran batalla a muerte ante la posibilidad de ver menguados sus privilegios.
Empeño y tozudez, definitorias del indígena aragonés pretecnológico, sin duda le propiciaron la suficiente mala leche como para no reblar ante la resistencia de los de su clase, precisamente los de su clase. El Canal se hizo. No se ha de hacer.
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