con toda su hueste de ángeles rebeldes
para no volver a él jamás.
Agita en derredor sus miradas,
y blasfemo las fija en el empíreo*,
reflejándose en ellas el dolor más hondo,
la consternación más grande,
la soberbia más funesta
y el odio más obstinado."
(Milton, El paraíso perdido, canto I)
*empíreo: paraíso
El Ángel Caído, Ricardo Bellver (1877-1878)
Glorieta del Ángel Caído,Jardines del Buen Retiro de la Villa de Madrid
Un cierto tipo de homeless, este ángel caído.
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