¿Qué sería de nosotros sin ellos?
¿Quién, si no, velará por el escrupuloso bien hacer de las cosas hechas con dineros públicos?
¿Quiénes querrán el desempeño desinteresado de tan descomunal y perenne tarea?
Altruistas de una sociedad que les mira con recelo.
Nóbeles de la preocupación permanente por los demás.
Vigilantes impagables, y públicos, de esas calles nuestras.
Campeones del civismo comprometido.
Fisgones, al fin y al cabo,
que en lugar del ojo de la cerradura,
profesan el voyeurismo del tajo y la zanja.
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