viernes, 23 de abril de 2010

Aragonía

Es la soledad del potencial espectador que,
como un intrépido corredor de fondo,
trata de encontrar la dichosa Sala 10.
Es la fantasmagoría de esos atenuados pasos,
de esos sonidos sordos, de esos ecos calmados.
Es la palidez de un eterno y anarajando túnel de entrada,
antesala de los pasillos de una salida deambulatoria que parece residenciada
en aquella buñuelesca calle Providencia,
que si la entrada parece larga,
la salida lo es aún más, de haberla.
Es la agonía de ver cine en Aragón.
Es la Aragonía con tilde incorporada.
Un 23 de abril como otro cualquiera.


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