Fue Heráclito netamente aforístico. Su estilo remite a las sentencias del Oráculo de Delfos y reproduce la realidad ambigua y confusa que explica, usando el oxímoron y la antítesis. Era conocido como «el Oscuro», por su expresión lapidaria y enigmática, y ha pasado a la historia como el modelo de la afirmación del devenir y del pensamiento dialéctico.
Se le incluye entre los primeros filósofos físicos, que proclamaban que el mundo procedía de un principio natural. Para Heráclito, este principio es el fuego, metáfora del movimiento y cambio constante. Esta permanente movilidad se fundamenta en una estructura de contrarios: la contradicción está en el origen de todas las cosas.
Se le incluye entre los primeros filósofos físicos, que proclamaban que el mundo procedía de un principio natural. Para Heráclito, este principio es el fuego, metáfora del movimiento y cambio constante. Esta permanente movilidad se fundamenta en una estructura de contrarios: la contradicción está en el origen de todas las cosas.
Su filosofía se basa en la tesis del flujo universal de los seres: Panta rei (πάντα ρει), todo fluye. El devenir está animado por el conflicto: La guerra (pólemos) es el padre de todas las cosas, pero una contienda que es armonía, en el sentido de un ajuste de fuerzas contrapuestas. El devenir resultante no es irracional, ya que el logos, la razón universal, lo rige: Todo surge conforme a medida y conforme a medida se extingue. Y el hombre puede descubrir este logos en su propio interior, pues el logos es común e inmanente al hombre y a las cosas. El principio es fuego. El fuego es agua. El agua fluye. Fluye, luego es. Es, y se extingue. Y vuelta a empezar.