Algo falló en el mecanismo. O las instrucciones estaban erradas, o no entendió bien algunas de las indicaciones. Lo que fuese, que fue, pero no había marcha atrás, estaba comprobado. No funcionaba. Todos esos planos, planeados escaladamente en un buen puñado de sueños, seguían siendo aire, éter, como nada, en nada. Pero aún con todo, y eso, esa confianza onírica mantenía su lúcida manifestación, apagada en toda una monumental e irresponsable contundencia. Estaba varado, y bien varado, ¿era una playa? Sin vuelta atrás, y sin poder avanzar siquiera un mísero milímetro. El ¿qué hice mal? eclipsando inmisericorde lo que debería ahora intentar para salir de este ¿arenal? La consciencia de la realidad presente intacta, pero como congelada, en suspenso, en imposible equilibrio entre un pasado que no termina de irse, y un futuro aterrador al que no quiere llegar. Aferrado a la máquina, mantiene el dedo oprimiendo el rewind, insistente. Imposible, persiste, sin duda alguna.
lunes, 30 de agosto de 2010
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