resulta ser la muerte biológica.
Formalmente igualitaria, hace ras.
Mas casi todo lo que la rodea, sorpresa,
está privatizado, es negocio,
y es además militantemente confesional,
religioso, creyente, y a la fuerza.
Qué bueno que hubiera, ahora sólo quimera,
para la ceremonia de despedida,
tal vez de duelo,
un servicio municipal funerario,
integral, público, aconfesional,
cuyo carácter social no fuera sólo,
como ya los hay, para misérrimos seres,
sino universal, accesible, y humano.
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