Este torreón es visible,
desde este punto, es claro,
por una emotiva torre abatible.
Este jinete, atleta moderno,
es oriundo de Barcelona, y es portento.
Esa luz invita al Temple,
y resulta de lo más simple.
Es una noche sin estruendo,
rara, bella, cálida,
fría, amarga y dulce.
Tal vez porque todo efecto,
de causa es derivada.
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