Es ella quien me hace comenzar el día.
Me he acostumbrado a esa melodía que
ella silba por la noche y al mediodía.
Sus sonrisas, sus gestos;
sus notas altas, las bajas,
son una segunda naturaleza para mí,
como la inspiración y la respiración.
Yo era tranquilamente independiente,
y pensaba que estaba bien antes de que nos conociéramos,
sin dudar de que podía ser así por siempre.
Y sin embargo...
Me he acostumbrado a su mirada;
Acostumbrados a su voz;
Acostumbrado a su cara.
Profesor Henry Higgins, My Fair Lady (1964)
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