A veces es que sí: "Pero tú oye, déjame decirte que, a pesar de tanta vida deplorable, sí, a pesar y aun ahora que estamos en derrota, nunca en doma, el dolor es la nube; la alegría, el espacio; el dolor es el huésped". Lo decía Claudio Rodríguez en verso y ahora lo he puesto en prosa porque desde la izquierda nos lo hemos repetido tanto: "en derrota, nunca en doma" que hemos acabado haciendo de ese poema una costumbre.
Pero hay veces, algunas veces, en que las cosas salen, se logran victorias, y entonces estamos en victoria, como está ocurriendo en el Cabanyal. Sabemos, también lo saben los vecinos del Cabanyal, que hay muchos más casos de especulación urbanística donde se han puesto los beneficios a corto plazo de unos pocos, por encima de la respiración de un territorio que debe sobrevivir para las generaciones venideras.
Pero esta vez, el ministerio de Cultura, después de que una sentencia le obligara a declarar si el Plan del Ayuntamiento de prolongar Blasco Ibáñez sobre el barrio era o no un acto de expolio contra el patrimonio histórico, se ha pronunciado y ha dicho basta: las excavadoras, la voracidad urbanística, el cálculo de quienes especulan deben detenerse.
Ni la declaración del ministerio ni la sentencia del Tribunal caen del cielo. Son años de lucha organizada. En la calle y en las instituciones. Años de recabar informes técnicos la Secretaría General Técnica del Ministerio de Vivienda, de la Subdirección General de Protección del Patrimonio Histórico, de la Real Academia de la Historia, del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, del Director del Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias “González Martí”, de los arquitectos de la Inspección de la Consellería de Cultura Valenciana, de la Sindicatura de Greuges, de la Facultad de Derecho de la Universitat de València, de la Junta de Gobierno de la Universitat de València, de la Junta de la Facultad de Bellas Artes de San Carles (UPV), del Departamento de Historia del Arte (UPV), del Departamento de Dibujo de la Facultad de Bellas Artes (UPV), del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes (UPV).
Se trata una vez más de luchar por lo evidente, de lograr que lo que cualquier persona puede ver recorriendo el barrio, paso a paso, alguien lo ponga ponga por escrito con argumentos. Y que alguien sepa que eso existe, lo lea, haga algo.
La izquierda debe robarle a Hollywood los finales felices y darles la vuelta, quitarles los tonos pastel, ponerles fuego y sentido del humor y vida, y hacerlos estallar con la potencia del futuro. Los finales felices de la izquierda son siempre el principio de otra historia, la que ahora comienza: rehabilitar el barrio, desestigmatizar sus partes más degradadas, lograr que los precios sigan siendo accesibles, poblarlo de espacios comunes que generen relaciones diferentes, formas de vida, de producción, de trabajo y cultura diferentes.
Ojalá la victoria del Cabanyal fuera la de otras causas más graves, que duelen más, que afectan a más vidas. Pero a su manera ya lo está siendo. Porque alguien vendrá y dirá: para qué intentarlo, si ellos llevan armaduras, si tienen los grandes medios, si están unidos por el interés mientras que a nosotros nos dispersan las convicciones.
Y entonces alguien contestará: "mira el Cabanyal, se puede".Belén Gopegui
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