Si aún es necesario, bájenme a buena tierra -sin cruz-,
para seguir teniendo la misma suerte con menos sed,
para ver los amigos que hace algún tiempo quisiera ver.
Cuando me muera, si es que me muero, pueden jugar así:
que alguien me haga cosquillas a ver si lo puedo resistir.
Otro puede inventar que me gustaría una canción,
y la mujer que quiera, que juegue a hacerse la que me amó.
Cuando me muera, si es que me muero, no iré con Dios ni con Satán.
Me iré conmigo a buscar más cosas a otro lugar,
pues tanto el cielo como el infierno me sientan mal.
Cuando me muera, si es que me muero, déjenme como esté:
mejor que no me vistan ni me afeiten para después.
Es muy posible que ande con un mecánico de ocasión,
una caja de fósforos ya vacía y una canción.
Cuando me muera, si es que me muero y estoy con todos bien,
si ando muy complaciente, cebado y con algo que perder,
hagan lo que les plazca con lo que quede entonces de mí,
porque no me interesa lo que le pase a un señor así.
Cuando me muera, si es que me muero, no iré con Dios ni con Satán.
Me iré conmigo a buscar más cosas a otro lugar,
pues tanto el cielo como el infierno me sientan mal.
Cuando me muera (1970), Silvio Rodríguez
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