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La palabra democracia es muy popular. Hoy no hay país en el mundo cuyo gobierno no reivindique ser el gobierno de una democracia, pero parece haber muy poco acuerdo acerca de lo que queremos decir cuando decimos que un país es democrático. El problema es muy claro en la misma etimología del término: –demos, o pueblo, y kratia, dominio, la autoridad para decidir. Pero ¿qué queremos decir con dominio? ¿Y qué queremos decir con pueblo?pueblopudiera
mandarera considerada por las personas respetables como una pesadilla política, soñada por radicales irresponsables. De hecho, el objetivo principal de las personas respetables era asegurarse de que no sería la mayoría de la gente quien tuviera la autoridad de decidir. La autoridad tenía que dejarse en manos de personas que tenían intereses en conservar el mundo como era, o como debería ser. Éstas eran personas con propiedades y sabiduría, que eran consideradas competentes para tomar decisiones.
pueblose levantó en revoluciones sociales y nacionales, los hombres con propiedades y competencia se fueron atemorizando. Respondieron primero con la represión, y luego con concesiones calculadas. Las concesiones eran admitir a gente, lentamente y paso a paso, a que votaran. Pensaron que el voto podría satisfacer las demandas del
puebloy en efecto lo cooptaría a que mantuviera el sistema existente.
pueblo?
mayoríay las
minoríasimportantes constituyen resultados
democráticos?
Inmanuel Wallerstein, Democracia, ¿en todas partes, en ninguna parte?
http://www.jornada.unam.mx/2010/09/25/index.php?section=opinion&article=024a1mun


Peculiar derrota ésta que,
Este seco y roído cansancio es,
Nos cae una hermosa lluvia,

Imágenes, tropos, simbolismos,
El sueño va sobre el tiempo
La batalla había acabado, y después de la misma se tomaron fotografías aéreas. Se estima que había más de medio millón de cráteres en la zona donde antes había estado el pueblo de Passchendaele. Los resultados de la ofensiva fueron pírricos: no se cumplieron las previsiones de romper las líneas enemigas, y las pocas ganancias fueron a un precio altísimo en pérdidas humanas. Los británicos habían logrado su objetivo, aunque fue totalmente inútil en términos de planificación estratégica.
Te mataré con mis zapatos de claqué,
Es preciso ponerle nombre, o algo, 


Adolorido y golpeado, el brazo en cabestrillo, el cuello en un aparato ortopédico, Arthur Poppington (Woody Harrelson) se sienta delante de un tribunal nombrado por la psicóloga Ellen Park (Sandra Oh). 
Un desencuentro, un descubrimiento.
En casa ya no quieren escuchar mi fobia al vestir, 