El primer pase de El acorazado Potemkin fue en el Teatro Bolshoi de Moscú, 21 de diciembre de 1925. El director llegó a la sala cuando se pasaban las últimas imágenes, y fue recibido con una impresionante ovación. “Al día siguiente -escribió Sklovski- Eisenstein se despertó célebre”. El hecho es verdaderamente sorprendente, habida cuenta de que la cinta era (¿sigue siendo?) una película difícil, o en todo caso austera, sin seducción inmediata: no hay héroes ni actores conocidos (el protagonista es la masa). Hay una ausencia casi total de historia, de intriga hilvanada a la manera tradicional. Es una obra vanguardista cuyo atrevido montaje desconcertaba al público. Sin embargo, triunfó como ninguna otra cinta rusa lo había hecho antes.
La película circuló en la Unión Soviética a partir del 19 de enero de 1926. En Moscú se estrenó en doce salas; el 22 de enero se proyectaba en veinticuatro. El crítico Anissimov dijo: “La película es un acontecimiento. Al igual que El nacimiento de una nación (1915), de Griffith, inauguró el gran cine americano, el segundo trabajo de Eisenstein inaugura el gran cine soviético”. Alexeiev sentenciaba: “Guión genial en su simplicidad, puesta en escena genial en su complejidad”.
Por provenir de la URSS, la película tuvo distribución restringida en la mayoría de los países. Sólo la Alemania de Weimar la acogió con entusiasmo: estrenada en Berlín el 29 de abril de 1926, estuvo en cartelera durante más de un año. Pero ningún otro le dispensó una buena acogida. En Inglaterra sólo se autorizaron proyecciones privadas en cineclubs y salas no comerciales. En EEUU, cortada casi una tercera parte, se estrenó el 5 de diciembre de 1926 en una sala de Broadway y permaneció dieciséis semanas en cartel. La difusión pública de El acorazado Potemkin no se autorizó en Francia hasta 1953, en Japón hasta 1959 y en Italia hasta 1960. En España, la dictadura del General Primo de Rivera impidió su exhibición. En 1931, el Gobierno de la República autorizó proyecciones privadas en cineclubs (el primer pase, en el cineclub Español de Madrid, mayo de 1931), pero prohibió su proyección pública. Con el franquismo la película volvió a ser prohibida, hasta que en 1952 retornó a los cineclubs.
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