personales días fuera del tiempo,
como leves ñapas, o añagazas,
con que sobrellevar este fiero vivir.
Sobredimensionamos, vaya que sí,
tanto lo feo, como lo hermoso,
y con dolor, siempre con dolor,
nos emocionamos para bien, para mal.
Y los inevitables, estructurales,
pinchazos,
reventones,
destartalamientos,
descalabazamientos,
pretendemos reconducirlos
con tácticas dilatorias sólo,
arreando ciegos volantazos.
Claro que no funciona,
que bien lo sabemos.
Por eso así lo llamamos,
días fuera del tiempo,
como cantamos,
tiempo antes del tiempo,
recitamos,
carpe diem, carpe diem,
y soñamos,
tiempo después del tiempo.
À bout de souffle,
ese vacío frenesí desinflado.
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