Una mañana, ni mejor, ni peor que otras; una cámara en una mano; una situación.
Todo sucedió demasiado deprisa, sin su anodino tal vez de costumbre.
En un momento, ese calor tan sospechoso, casi audaz.
Entre la neblina del acontecer, soñar un sueño dentro de otro sueño.
Mas quedará el susurro, una micra de su luz, este ardor congelado, la visión
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